martes, 30 de marzo de 2010

Lilith, el mito del súcubo.

Cometió dos agresiones tan terribles, que le valieron la expulsión, no sólo del paraíso, sino de la historia oficial; vaga desde entonces por los márgenes, por las fronteras del exilio con largos cabellos y alas, algunas veces, con rostro de mujer y cuerpo de serpiente, o quizás, con la mírada lúbrica de los vampiros, otras.

Erase que se era el comienzo de los tiempos, los primeros momentos de la creación. Dios creó a Adán y supo que no era bueno que estuviera sólo; con barro creó entonces a la mujer para que lo acompañara, y le puso por nombre Lilith, "aliento".
Lilith, no obedeció la orden de sumisión que le impusieron; pensaba que era igual a su marido, que tenía los mismos derechos que él porque habían sido creados por el mismo barro, no se sentía inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo.

Le propuso, entonces, ciertos cambios para que ella, también pudiera sentir placer. El se negó; ella debía de aceptar la imposición de amarlo mirándolo siempre siempre desde abajo. Sin embargo, Lilith se resistía a reconocer como superior al hombre, aunque él tuviera en el cuerpo la marca de la divinidad. Evidentemente, no había lugar allí para dos iguales, por lo que decidió abandonar el paraíso antes que someterse y renunciar a sí misma.

Pero antes de partir cometió la segunda transgresión imperdonable: pronunció el nombre inefable de dios. La ley establece la prohibición; Yavéh, es el dios que no se menciona. Si en el nombre de la divinidad se concentra toda la fuerza vital de una comunidad, el pronunciarlo convierte a quien lo haga en un demiurgo capaz de inventar el universo. La capacidad de los seres humanos de crear a través del lenguaje los acerca en algo a la divinidad, pero en el rostro impenetrable de dios, en el silencio de su verdadero nombre está el límite.
Lilith pensó que tenía derecho a la palabra, derecho a nombrar, derecho al logos.

Lilith osó disponer de su cuerpo, osó disponer de sus palabras. Se arrogó el derecho a nombrar, a pronunciar lo impronunciable, de este modo liberó al mundo de los límites de la imaginación y el conocimiento, poniendo en escena el lado oscuro de la creación.
El castigo divino fué la casi completa desaparición de Lilith de la historia. Dios quiso borrar a Lilith.

Así, la primera mujer es, al mismo tiempo, la primera "desaparecida" de la historia: su nombre fue borrado de la biblia, su cuerpo fue borrado del relato.

Lilith prefirió su libertad, aunque fuera en una caverna, antes que la vida en un paraíso que la obligaba a renunciar a su propio deseo. Desde entonces las diversas tradiciones la han asociado con "la cara oculta" del ser, aquel que nos vincula al sexo, a la sangre, a la oscuridad, a la muerte. Lilith copulando con el ángel caído; Lilith con forma de serpiente tentando a Eva con el fruto prohibido (porque cuando dios vió que haber hecho a la mujer con el mismo barro que al hombre había causado tantos problemas, decidió realizar un nuevo intento, pero esta vez borró cualquier pretensión de independencia, creando a la segunda esposa de una costilla de Adán; Lilith cómo vampiro, como súcubo, provocando sueños eróticos en todos aquellos que duermen solos, Lilith, madre de demonios, Lilith inculcando deseos de autonomía, Lilith que quisieran silenciada, Lilith que quisieran desaparecida, Lilith dueña de su cuerpo y de su lengua; del placer y la palabra.

Lilith, proscrita de hombres y dioses por insumisa.



-IÑIGA MAZA-





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